El sector de la movilidad y el alquiler de vehículos vive bajo una doble presión: ofrecer una experiencia de cliente ágil y, al mismo tiempo, proteger activos de alto valor frente al fraude.
En los mostradores de las oficinas de alquiler, especialmente en ubicaciones de alto tráfico como aeropuertos o estaciones de tren, cada minuto cuenta. Pero el proceso de verificación de identidad, en muchos casos, sigue anclado en el pasado: manual, costoso y vulnerable.
Un riesgo silencioso con coste real
La verificación visual de documentos como el DNI, pasaporte o carnet de conducir es una práctica habitual, pero también una brecha abierta. Los agentes revisan los documentos a simple vista y transcriben los datos manualmente.
Este proceso no solo consume tiempo (unos cuatro minutos por cliente, en oficinas que atienden decenas de miles de personas al año), sino que depende del ojo humano para detectar fraudes cada vez más sofisticados. Un estudio de la Universidad Estatal de Luisiana, citado por Xataka, mostró que la comparación visual de rostros en documentos tiene errores de entre el 10 % y el 20 % incluso en condiciones ideales. En un entorno real, con prisas y cansancio, esos márgenes crecen aún más.
Un líder del sector del alquiler a nivel mundial descubrió el impacto directo de este punto ciego: un solo fraude por suplantación podía suponer la pérdida de un vehículo valorado en más de 20.000 €, sin posibilidad de recuperación ni cobertura total por parte del seguro.
El desafío: eficiencia, seguridad y satisfacción
El problema no era únicamente económico.
- Ineficiencia operativa: los agentes dedicaban gran parte de su jornada a tareas repetitivas. En sectores con procesos de registro similares, como el hospitality, el coste operativo medio por usuario puede superar los 2 €, lo que refleja el enorme impacto acumulado que puede tener una verificación manual en negocios de alto volumen.
- Riesgo de fraude: la verificación manual no puede detectar documentos falsificados o robados.
- Fricción en la experiencia de cliente: las esperas generaban insatisfacción en un momento clave del servicio.
La suma de estos factores tenía un impacto directo en los márgenes, la reputación y la fidelidad de los usuarios.
La solución: Identidad digital en 30 segundos
La respuesta llegó con la automatización y la IA. Mediante tecnología de reconocimiento óptico de caracteres (OCR) y validación documental avanzada, el proceso de verificación pasó a ser completamente digital. Ahora, los agentes solo necesitan escanear el documento: el sistema extrae los datos, valida su autenticidad y detecta en segundos cualquier intento de fraude o manipulación.
El resultado fue inmediato: una reducción del 90% en el tiempo de verificación documental, pasando de 4 minutos a solo 30 segundos por cliente. Una mejora que liberó miles de horas de trabajo anuales y eliminó los riesgos de error humano.
Los resultados: más seguridad, menos coste, mejor experiencia
Al digitalizar la verificación de identidad, los beneficios fueron visibles desde el primer año:
- Prevención total de fraudes documentales.
- Ahorro significativo en costes laborales.
- Mejora sustancial de la satisfacción del cliente.
- Cumplimiento total de las normativas AML y KYC.
La combinación de estos factores generó un retorno de la inversión superior al 200% en tan solo 12 meses, demostrando que la automatización no solo protege el negocio, sino que también lo hace más rentable y competitivo.
Un desafío que afecta a todo el sector
La verificación manual de identidad es un problema estructural que afecta por igual a empresas de rent-a-car, car-sharing o moto-sharing. Todas se enfrentan a la misma ecuación: equilibrar la seguridad con la experiencia de usuario.
Hoy, la tecnología permite resolver ambos retos a la vez. Automatizar la verificación no solo evita pérdidas millonarias, sino que transforma un punto de fricción en una ventaja competitiva, con impacto directo en la rentabilidad y la confianza del cliente.
El fraude de identidad es el nuevo punto ciego del sector de movilidad. Digitalizar su verificación ya no es una opción: es la diferencia entre gestionar riesgos o liderar el cambio.

